Hola amigos, espero se encuentren gozando de la lluvia, me imagino que a estas alturas ya se habrán remojado un poco. Hoy no vamos a hablar sobre los feos mosquitos y sus consecuencias. Mejor hablaremos de algo más agradable, de nuestro sistema inmune. Sí el muchacho chido de la película o el superhéroe que aparece para salvar a la humanidad. Pues sí nuestro sistema inmune está ahí como los niños scouts, siempre listo para ayudar. Nuestro sistema inmune nos protege de las infecciones causadas por bacterias, virus, protozoarios, hongos, protozoarios y demás entes extraños, pero también nos protege contra el cáncer. El sistema inmune se ha divido en innato y en adaptativo. El sistema inmune innato es aquel que heredamos en buena parte de nuestra mamá, de nuestro papá o del maestro de zumba, si nos toca bueno pues ya la hicimos y difícilmente vamos a sufrir de infecciones, seremos de esos suertudos que nunca les da gripa y que tienen panza de traileros porque coman lo que coman nunca les da chorrillo. Pero si nuestro sistema inmune que heredamos está chafa pues segurito seremos de esos enfermizos por siempre, sufriremos de acné hasta pasada la pubertad y no podremos gozar de la comida callejera. Si hiciéramos un simil la inmunidad innata serían aquellos valientes guerreros que en el ejército los ponen hasta delante del batallón para que sean los primeros que sucumban, o sea son los pobres que se ofrecen en sacrificio, en el caso del sistema inmune serían los macrófagos o los polimorfonucleares que luchan cuerpo a cuerpo con el enemigo y que tan pronto como ven que es un cuerpo extraño, los fagocitan o sea se los comen y ya dentro de los fagocitos son aniquilados a través de dos mecanismos: uno dependiente del oxígeno y otro independiente del oxígeno. En el mecanismo dependiente del oxígeno, los bichos son eliminados mediante la acción de compuestos reactivos al oxígeno como el agua oxigenada o peróxido de hidrógeno. En los mecanismos independientes de oxígeno los responsables de eliminar al microorganismo son los cambios en el pH o sea al cambiar de un pH neutro a un pH ácido, o también a trasvés de enzimas que prácticamente digieren a los microorganismos. Al mismo tiempo que los bichos son fagocitados y eliminados, el fagocito o macrófago manda señales de ayuda para que otros compadres lleguen a apoyar y eliminen más rápidamente al enemigo. Esas señales de ayuda son las citocinas, las cuales cual viles señoras chismosas van con el chisme hasta los vasos sanguíneos donde circulan más fagocitos y los llaman les dicen dónde está la batalla. También estas citocinas mandarán una señal al hipotálamo para que se produzca la fiebre. Las citocinas son altamente eficientes y dependiendo del microorganismo que nos invade mandarán órdenes a la médula ósea para que produzca linfocitos específicos para eliminar a los bichos. Estas mismas citocinas llamadas proinflamatorias favorecerán la llegada de más célula al sitio de la batalla y ahí comenzará un proceso inflamatorio el cual tiene como objetivo que el favorecer la fagocitosis y delimitar la infección es decir impedir que el microbio llegue a otros sitios. A este sitio también llegará al rescate unas moléculas que se encuentran en el suero llamadas complemento, las cuales se pegan a los bichos y en una especie de reacción en cadena, le hacen unos hoyitos al bicho hasta que los pobres se despochotan y mueren. Si ven todo comenzó con la acción de los valientes fagocitos quienes en muchos casos saldrán airosos pero en otros morirán y los veremos en forma de pus, sí ese material blanquecino que sale cuando una herida se infecta o cuando nos exprimimos un barrito. Pero aún cuando mueran los fagocitos ya despertaron toda una respuesta protectora y altamente eficiente. Alabados sean nuestros fagocitos.
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