Por: Angulo Torres Melchisedech
La idea de pensamiento y la moral anudaron lazos muy estrechos desde el platonismo. El cielo nos distrae de la Tierra, de la cual no hemos acabado de comprender su ley. Todo ocurre en la ley moral, cielo de las personas o su propia altura. Pareciera que el propio pensamiento se orienta a sí mismo: antes de construir sus sistemas traza dimensiones, tiene su historia y geografía.
El pensamiento se desarrolla según las orientaciones que presupone. Dicha altura es lo Oriental propiamente platónico. Nuestra operación trata tanto de la conversión, como de la elevación, es decir, conocerse y llenarse a merced de una determinación, procedencia, la cual implica la vuelta al inicio de lo alto. Es lo que determinamos.
No cabrían puntos de comparación filosóficos; de igual manera no deberían compararse las enfermedades. El idealismo es una consecuencia fatal de la Filosofía platónica: la forma de la idea es manía y tiende a la depresión, pues tiende a huir o perecer, por ello asciende y cae, sucesivamente; esto es lo que inspiró y condujo a Platón.
Fuga de ideas como dialéctica, el modo en que es castigado Sócrates, expresa lo que hay en una auto- destrucción de tono depresiva. Hay quien duda de esta orientación por lo alto; y más bien observa el origen del extravío- degeneración que inicia con la mayéutica socrática al intentar representar el cumplimiento de su Filosofía.
Al replantear la cuestión de la orientación del pensamiento, se aclara que el pensamiento suele ser engendrado según otras direcciones, así como el
pensador es engendrado en la vida. Hay que disponer de al menos un método de nuestras invenciones; no conformarse tan solo con la bibliografía y la biografía, descubrir sentencias del pensamiento en las anécdotas de la vida
