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Semillas Del Futuro

 

 

ARMANDO  VALERDI

avalerdir@hotmail.com

La pandemia de Covid-19  ha acelerado la transición del cambio afectando aún más la forma de vida que se tenía, repercutiendo en forma importante en uno de los aspectos vitales del desarrollo económico y social, la educación.

La pandemia ha obligado a cerrar escuelas e institutos y readaptar las clases al formato online. Y a pesar del esfuerzo de los profesionales de la educación y la rapidez con la que los centros han tratado de adaptarse a esta situación, lo cierto es que no todos los alumnos pueden seguirlas de la misma manera.

Además, como dice Paola Villafuerte en su artículo en el Observatorio de Innovación educativa de marzo de 2020, “Estas medidas terminan por iluminar la realidad de los muchos otros roles que la escuela ofrece además de lo académico. Ya que, para algunos, resulta ser una complicación incómoda, mientras que para otros, la situación es aún más preocupante. En ciudades donde el 70 % de los estudiantes vienen de familias de bajos ingresos, llevar la escuela a casa significa enfrentarse a no poder ofrecer comidas adecuadas, y mucho menos la tecnología o conectividad necesarias para el aprendizaje online”.

«Este es un enorme desafío de equidad educativa que puede tener consecuencias que alteran la vida de los estudiantes vulnerables», dijo Ian Rosenblum, director de The Education Trust-New York.

“Desafortunadamente, las escuelas que pueden ofrecer una experiencia académica virtual completa, con alumnos que cuentan con dispositivos electrónicos, profesores que saben cómo diseñar lecciones en línea funcionales y una cultura basada en el aprendizaje tecnológico, no son muchas. La realidad es que la mayoría de las escuelas no están preparadas para este cambio que permite reconocer que el acceso desigual a internet es tan sólo uno de los muchos problemas que enfrenta nuestro sistema educativo a nivel global”, así lo plantea Tara García para The Hechinger Report.

Los estudiantes más desfavorecidos económicamente sufren mucho más las consecuencias de la llamada “brecha educativa”. La brecha educativa es la diferencia que existe entre la educación que reciben aquellos jóvenes con menos recursos y con situaciones familiares complicadas, y aquellos que provienen de entornos más estables y más adinerados.

El asistir a la escuela no solo permite a un alumno estudiar y aprender. También garantizaban servicios básicos. Por ejemplo, las ayudas para el comedor escolar, las clases de repaso para poder seguir el curso o el apoyo emocional.

La ONG Save the Children alertó de que el confinamiento y las consecuencias generadas por la pandemia podrían causar estrés y afectar la salud mental de los más jóvenes, especialmente en aquellas familias con pocos recursos. Esto podría provocar que les fuera más difícil seguir las clases.

Otro aspecto importante a considerar es lo que Cynthia De Benito de la revista “La Vanguardia” cita en su artículo de mayo del año pasado, que “los estudiantes acostumbran a olvidar parte de las rutinas adquiridas durante el curso, así como contenidos que han aprendido. A ello se le llama “olvido estival”. Sin embargo, con la cuarentena, los alumnos han pasado más tiempo sin pisar las aulas, por los que el efecto de este fenómeno será más grande, según un informe de la ONG.

Por ello, expertos del sector educativo alertan que puede crearse una mayor desigualdad educativa, que los alumnos no consigan aprender los contenidos ni desarrollar las competencias previstas y que haya más repetidores de curso.

A estas observaciones habrá que agregar algunas opiniones de expertos en educación que ya veían antes de este periodo de cuarentena, un sistema educativo rebasado a las nuevas necesidades de un mundo diferente al que concibió los sistemas educativos actuales.

El filósofo polaco Zygmunt Bauman –autor del concepto de ‘modernidad líquida’, nos decía que “No vamos a deshacernos de la realidad… el problema es cómo utilizarla”. “La educación es víctima de la modernidad líquida, que es un concepto mío. El pensamiento está siendo influenciado por la tecnología. Por ejemplo, hay una crisis de atención. Concentrarse es dedicarse por un tiempo prolongado a una cuestión muy importante. Cada vez somos menos capaces de hacer eso en forma correcta –dijo el pensador. Esto se aplica en gran parte a los jóvenes. Los profesores se quejan porque no consiguen lidiar con ello. Ni siquiera pueden leer un artículo que se les pide para la siguiente clase. Buscan citas, atajos, fragmentos.

Aseguró que no hay forma de rebatir que Internet nos ha traído grandes ventajas. La facilidad de acceso a la información, la facilidad con la que podemos pasar por alto las distancias. Bauman dijo, “Recuerdo que cuando yo era joven, pasaba mucho tiempo en la biblioteca tratando de leer cien libros para encontrar una pieza de información que necesitaba. Ahora, sólo hay que preguntar Google. En décimas de segundo nos da miles de respuestas. Eliminamos uno de los problemas: no tenemos que pasar horas en la biblioteca. Pero hay un nuevo problema. ¿Cómo voy a entender esas miles de respuestas? Ahora, viejo, conseguí entender a Sócrates: «Sólo sé que no sé nada.»

Por su parte Ken Robinson reconocido experto a nivel internacional, menciona en su libro “Busca tu elemento” publicado en 2012 por URANO, “Los sistemas educativos actuales no fueron diseñados para enfrentarse a los retos que hoy tenemos delante. Se desarrollaron para satisfacer las necesidades de una época anterior. No basta con reformarlos: hay que transformarlos.

Como hemos observado a través de un año de pandemia, está en alguna forma nos ha evidenciado nuestras debilidades y errores como humanidad,  por lo que es importante seguir atentos, aprendiendo y aplicando ese nuevo aprendizaje en la formación de nuestros futuros deseables.

 

Gracias

 

 

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