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Universitarios reforestan Santa Fe y ayudan a reconstruir el tejido social

Estudiantes de IBERO, La Salle, la Anáhuac, el ITAM y el Tec unieron esfuerzos para reforestar la Barraca de Santa Fe

Estudiantes de la IBERO, Anáhuac, La Salle, del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey realizaron una megarreforestación en la Barranca de Santa Fe, en la que participaron más de 400 voluntarios, quienes además de limpiar el lugar, plantaron 700 encinos.

 

La estudiante de Ingeniería Química de la IBERO, María Jacques, platicó que esta iniciativa promueve la reconstrucción del tejido social de la zona porque un mismo fin une a la comunidad: el cuidado del medio ambiente a través de la reforestación, limpieza y mantenimiento de la barranca.

 

Para la presidenta de Cambio IBERO, la importancia de realizar acciones como está es dar seguimiento a los árboles que se han plantado y así garantizar su crecimiento y preservación. En ese sentido, recordó que cada mes se reúnen en este sitio localizado sobre avenida Javier Barros Sierra para seguir con el mantenimiento.   

 

Valeria Valenzuela, vecina de la Loma, Santa Fe, y quien inició este proyecto hace tres años, recordó que la IBERO siempre ha sido de gran apoyo a través de las investigaciones del territorio y a los estudios realizados por académicos. Pero sobre todo por los grandes aliados que encontraron en los jóvenes que integran la organización estudiantil Cambio IBERO, quienes desde 2017 se sumaron a las jornadas y tareas de reforestación.

 

A dos años de que los estudiantes de la IBERO se sumaron a las jornadas, el suelo de la barranca registra avances importantes, ya que los árboles han logrado 80% de probabilidades de supervivencia cuando normalmente en la zona el índice es del 30%.

 

“El trabajo que realizamos está relacionado con la regeneración del bosque: plantamos árboles, hacemos composta a través de los residuos que donan los voluntarios para regenerar el suelo. Y hace un año empezamos con un huerto comunitario como un espacio de vinculación comunitaria”, añadió Valenzuela.

 

Así inició el cambio

 

La percepción que se tiene de las barrancas, ha provocado que se les dé un mal uso, pues tienen un problema de degradación ambiental por contaminación de drenaje, residuos, erosión y pérdida de biodiversidad, explicó Valenzuela.

 

A partir de este diagnóstico, en 2016 nació el esfuerzo de sensibilizarlas y concientizar a las personas acerca del valor que tienen las barrancas para la Ciudad de México, pues son los últimos espacios en zonas urbanas para la captación de agua de lluvia. Señaló que la ciudad sigue abasteciéndose en un 60% del agua de los mantos freáticos que se recargan a partir de estos espacios.

 

“No es menor que estos espacios se conserven y se regeneren. La barranca hace tres años se incendió tres veces y la cara poniente prácticamente no tenía árboles, el proyecto operativo empezó con una reforestación de la mano de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), misma que nos ha apoyado mucho para trabajar”.

 

Valenzuela habló de la importancia de regenerar la relación de las personas con la naturaleza, así como con la comunidad.

 

“Las barrancas en Santa Fe son lugares neutros que tienen el potencial de ser espacios de encuentro entre los diferentes sectores, en donde se puede trabajar por un objetivo común con beneficios equitativos. Hemos visto buenos resultados al respecto pues cada vez tenemos más voluntarios y vecinos que se suman tanto a apoyar actividades en el huerto como en las jornadas voluntarias que se realizan cada mes”, explicó.

 

En la megarreforestación, los voluntarios de las universidades trabajaron sobre 15 hectáreas de las 160 que tiene la barranca. Hasta el momento, se han plantado alrededor de 3 mil 200 árboles con ayuda de estudiantes, asociaciones, los boy scouts de Álvaro Obregón, así como voluntarios de las colonias cercanas.

 

Valentina González/ICM

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